Crispa Indumentaria: moda artesanal y colorida hecha en Neuquén con identidad propia
- descubritudestino
- 27 ago
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Desde su local en La Nave Cultural, María Belén Cigoyeneche transforma telas, hilos y colores en prendas únicas que transmiten emociones, historias y valores. Un espacio creativo donde la ropa es más que vestir: es identidad, alegría y comunidad.

En Neuquén capital, una vidriera colorida es la entrada hacia un espacio que parece ser más grande de lo que es. Desde la puerta, el aroma a sahumerio te abraza y acompaña hacia el interior de Crispa Indumentaria, donde te recibe el calor de la calefacción recién encendida y la energía de telas, hilos y formas que ocupan cada rincón.
Cuando un emprendimiento tiene identidad, se nota en cada detalle. Y el local de María Belén Cigoyeneche es fiel reflejo de su creadora: percheros rebosantes de prendas de autor de todo tipo, desde remeras y camisas hasta buzos y vestidos; en el fondo, las máquinas de coser y piezas en proceso descansan entre hilos y botones; los pósters sobre las paredes son un indicio de la carga simbólica que bautiza a cada vestimenta; los adornos colgantes en la vidriera, los dibujos en el marco de la puerta, los pisos pintados y los banderines que adornan los techos, todos hechos a mano por la joven. En una de las esquinas, un cuadro escondido recita “Me vivo de arte”.

El proyecto que abrió sus puertas en septiembre de 2021 extiende sus raíces hasta 2008. “Todo comenzó en una feria llamada ‘El Teatro del Viento’. En ese entonces, usar prendas de diseño era algo raro, solo lo usaba la gente que estaba en ‘el under’, que hacía teatro, que se subía al escenario. Neuquén era más chico y la gente miraba más al que se vestía diferente”, recuerda la emprendedora en diálogo con Descubrí Tu Destino.
Belén cuenta que siempre hizo e intervino su propia ropa, y que era tal la calidad del laburo que pronto se convirtió en los regalos predilectos para las amistades. “Fue ahí cuando comenzaron a decirme que tenía que empezar a comercializar lo que hacía, que dejara de regalar. Gracias a que escuché esas palabras, Crispa sigue vigente y creciendo”, comenta.

Pero, en realidad, la pasión por la costura se remonta a su infancia y a la máquina Singer a pedal de la abuela Ernestina. “Crecí viéndola coser para la familia por amor. Así como hay abuelas que cocinan con amor y otras compran juguetes, mi abuela me demostró su amor de muchas maneras, pero lo que más recuerdo eran los vestidos hermosos que me hacía y los guardapolvos más originales de la escuela”, relata.
La influencia de su abuela fue el impulso que la llevó a dedicarse de lleno a la indumentaria y, sobre todo, a lo artesanal. “Con ella entendí que se puede lograr cualquier cosa, que no hace falta estudiar grandes carreras cuando el don está adentro. Esa fuerza interior y el amor por el rubro ahora los ‘capitaneo yo’”. Recibida en psicología, hoy en día se dedica a su emprendimiento en tiempo completo: parte del trabajo lo hace en casa, aunque la mayor parte del tiempo atiende y confecciona en su local de La Nave Cultural.

Por supuesto que sus años de estudio dejaron huella y aún hoy la carrera se hace presente en su día a día: “entra en juego la escucha a las personas, el ánimo que tienen para usar una determinada prenda, los colores que se eligen. Mucha de la ropa que llevan acompaña momentos muy importantes para sus vidas, entonces ahí se activa la escucha atenta y respetuosa de mi parte”.
Recuerda que, hace unas semanas, una clienta buscaba ropa colorida mientras sostenía una carpetita bajo el brazo. En esa carpeta guardaba unos papeles médicos con resultados positivos y una de las formas de celebración fue llenar su armario de opciones que dieran cuenta de la felicidad que llevaba consigo. Entre abrazos y sollozos de alegría, la experiencia demuestra que las prendas de Crispa no son solo telas para usar y verse bien, sino también un reflejo identitario de quien las lleva (y quien las hace).

“Lo que me inspira a crear prendas coloridas es la alegría que me lleva a mí poder estar haciendo eso que tanto me gusta. Soy una afortunada de trabajar de lo que amo y que encima a la gente le guste. Siempre trato de estar capacitándome, de estudiar molderías nuevas, de ir cambiando un poco los estilos año a año pero sin perder la impronta Crispa que es el color”, afirma.
Belén se formó en auxiliar en diseño de indumentaria, corsetería, lencería, manejo de máquinas industriales y moldería. “Me parece muy importante no solo diseñar, sino entender todo el proceso que lleva el trabajo final de una prenda”, sostiene.

Nada de lo que sucede en Crispa es accidental, ni siquiera la elección de tonalidades: “el rojo asociado a la pasión, la energía, el amor; el naranja a la creatividad, la alegría, el entusiasmo; el verde al crecimiento, la esperanza, a todo lo relacionado con el reciclado…” Toda la gama del arcoiris se hace presente en el proyecto.
Si bien la indumentaria varía de acuerdo a cada temporada, en sus percheros asoman vestidos y remeras, que son furor en épocas de calor, y los clásicos sacos de paño “capucha de duende” que combinan abrigo y color con interiores de todo tipo de estampas. También se vislumbran opciones para las infancias, que suele hacer con retazos de textiles para vestir a las y los más peques con ropa amigable con el ambiente.
“Todo lo que yo confecciono es ropa informal. No hago vestidos de novia, ni alta costura, ni disfraces”. Sin embargo, entre anécdotas cuenta que una clienta eligió vestirse con Crispa y celebrar su casamiento con ropa que escapa de lo tradicional.

El trabajo en equipo
Crispa no se sostiene solo con el esfuerzo de Belén, sino también con toda la comunidad que la rodea. Es una arista fundamental en el mundo del emprendedurismo, por eso trabaja en conjunto con una cooperativa de mujeres de Plottier. Además, en La Nave Cultural, cada una y cada uno pone su granito de arena: desde las asambleas para tomar decisiones de la gestión del espacio, hasta el armado de vidrieras con productos complementarios de cada emprendimiento, entre todas y todos se ayudan e impulsan en la labor artesanal.
Sobre el panorama actual del trabajo manual, Belén tiene una postura sólida y fundamentada: “Antes se valoraba más el tiempo, las condiciones laborales y el impacto que generaba en el medio ambiente. Pero ahora todo va mucho más rápido y a costa de la calidad de las prendas y de estos valores. Es como si lo que importa fuera tener la última tendencia, sin pensar en lo que eso implica para quienes están detrás de la ropa y para el planeta”.

Para la joven, ser emprendedora y ser artesana va más allá de hacer ropajes bonitos y cobrar unos pesos por cada uno: “Es la libertad de poder elegir cómo vivir y cuáles son los valores éticos con los que quiero manejarme en la vida. Desde conductas rutinarias con respecto a mi vida personal, hasta en mi trabajo. Qué productos ofrezco y qué valor hay detrás de cada uno de ellos. Son tiempos difíciles para emprender en este momento, pero hay personas que siguen eligiendo calidad y valoran el trabajo que hay detrás de cada producto”.
¿Dónde conseguir las prendas de Crispa Indumentaria?
En los locales 25 y 26 de La Nave Cultural (Tierra del Fuego y Mazzoni), todos los días de 11 a 19hs.

En el espacio no solo exhibe y comercializa sus productos, sino que además los confecciona. “Quienes se acerquen podrán encontrarme en acción costurando alguna prenda”, concluye Belén.
Los días de corte de textiles el taller/local está cerrado, así que acercamos sus redes sociales para estar atenti a cualquier novedad: @crispaindumentaria.
Redacción: Agustina López
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