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Un clásico alfajorero en Plottier

Los argentinos comemos más de seis millones de alfajores por día, siendo este clásico nacional la golosina preferida del país.


En Plottier, provincia de Neuquén se llevan a cabo alfajores artesanales con un relleno que ostenta en cada mordisco un viaje al paraíso. Salomé Mounho, emprendedora de pura cepa fundó lo que es hoy Amuyen de Cüyen fabricando lo más ricos alfajores de la localidad.

“Nosotros somos productores de alfajores hace ya más de 5 años y bueno tenemos un establecimiento donde tenemos una sala de elaboración” contó Salomé.


Tentaciones como pocas, gustan a chicos y grandes, animándose a otros rellenos (hay muchos fanáticos, algunas variedades de los alfajores son de fruta), con distintas coberturas. Esta vez, recomendamos tres alfajores clásicos, con relleno de dulce de leche y cobertura de chocolate, para darse un gusto tan goloso como nacional.


“Nuestro alfajor principalmente nació desde la idea, de que no tenía trabajo y tenía que emprender. Fue un camino largo que me ayudó a darle forma al emprendimiento, porque cuando uno emprende hay muchas cosas, muchas ideas que tenés”.


La masa es ligera y suave, menos dulce que otras, equilibrando así un sabor final que no empalaga. Por fuera, el baño es de cobertura de chocolate blanco o negro y uno de sus diferenciales es que tiene una forma no homogénea, como queriendo remarcar su manufactura artesanal.


Sus canales de venta son las ferias, distribuidores directos, y a su vez los consumidores finales pueden comprar los productos en la sala de elaboración que se encuentra en Plottier. Además, allí se consiguen otros productos regionales de emprendedores de la localidad.



Dato descubrí: El secreto emprendedor.


El esfuerzo es lo que hizo que hoy en día, sea reconocida en el valle y la Patagonia. Todos los que prueban estos alfajores queden encantados con el abundante relleno.

Me puse a pensar, qué camino había recorrido para llegar a esto; y había recorrido 17 años de trabajar, trabajar para los demás. Hacer un camino, en la cual me di cuenta de lo que quería y bueno pude invertir en el establecimiento”.


A través de las redes, Amuyen de Cüyen se convirtió en mucho más que un alfajor. Ellos son una familia emprendedora que se muestra auténtica y comparte su día a día, más allá del dulce de leche. Casi sin darse cuenta, crearon una comunidad que los sigue no sólo por el producto que venden, sino por la empatía que generan.


Así que, si están con antojo de algo dulce, vayan a Plottier que seguramente Salome los conquista con sus alfajores artesanales.


Facebook: Amuyen de CuyenInstagram: Amuyen de Cuyen.


Redacción: Andrea Vauthay – Diego Nordenstrom

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