Cioccolato del Valle: chocolates artesanales que enamoran desde la Patagonia
- descubritudestino
- 30 abr
- 3 Min. de lectura
Descubrí más del emprendimiento del Valle que crea chocolates artesanales con sabores innovadores. Productos naturales, hechos con pasión y arte patagónico.

El corazón del Valle late con los colores, formas y sonidos que solo la naturaleza sabe dar. En uno de sus rincones, un emprendimiento toma como inspiración esa belleza que recibe y da, en retribución, chocolates artesanales igual de diversos que el panorama patagónico. Cioccolato del Valle que crea sabores y sensaciones para generar una verdadera experiencia para el paladar.
El proyecto nació como un hobbie desde una necesidad inesperada de Mónica, su chocolatier. “Me empecé a aburrir del chocolate, entonces tuve que buscarle una vuelta de rosca”, comenta a Descubrí Tu Destino. El primer resultado fue el de frambuesa, hoy el predilecto neuquino. “Mi hijo me dijo ‘mami, esto es un viaje de ida’”. Desde entonces, no frenaron.

Con el apoyo de la Municipalidad de Fernández Oro, las ferias fueron y son un espacio fundamental para el crecimiento del emprendimiento. Mónica sostiene que, en cada encuentro, las y los clientes buscan su stand porque ya saben qué chocolate van a llevar. Desde presentaciones locales y regionales hasta eventos como El Mundial del Alfajor, La Chocolaterie y La Fiesta del Chocolate y el Vino, sus productos son los favoritos de turistas nacionales y extranjeros.
Las recetas son de autor. “Esto es arte. Un cuadro no lo pintás de un día para el otro, una música no la hacés de un día para el otro. La vas creando, te va dando vueltas en la cabeza, vas probando. Para mí, la chocolatería es arte”, afirma la chocolatier con una licenciatura y maestría en Música, hoy jubilada y para quien la creatividad es el pan de cada día. La formación constante en carreras y cursos hace que tenga técnicas, conocimientos e inspiración de sobra.

Por eso, tiene tantos sabores como paladares tiene el público: chocolate de flores como rosa e hibiscus; frutales con limón, naranja, maracuyá y frambuesa; otros que se corren todavía más del eje como el de pimienta y el estilo marroc con sal de mar; con frutos secos, de cardamomo, de café y moca; uno de los favoritos es el de matcha, jengibre y limón; y otras opciones como los turrones de alicante, las grageas y los bombones colman sus stands. “Hay nuevas creaciones que me están dando vueltas en la cabeza”, comenta Mónica, como las picadas que combinan opciones saladas con sus clásicos chocolates.
El cacao es traído directo desde las chacras ecuatorianas. En cada producción solo se prepara 1 kilo de chocolate con un cuidado trabajo artesanal, con tres temperaturas distintas de acuerdo a si la base es blanca, semiamarga o con leche; y un amasado, templado y empaquetado a mano. El proyecto está en vistas de incorporar una máquina de molienda, para que el proceso sea bien casero de principio a fin, desde los blends hasta la comercialización.

“Somos un grano de arenita contra las grandes industrias. Somos emprendedores que queremos hacer las cosas bien, apuntamos a que la gente sepa que acá, en el Valle, se hacen cosas buenas”, dice. Si bien la producción en cantidades industriales genera mayor rédito económico, la chocolatier no apunta a eso sino a hacer algo fresco y regional.
Su objetivo va mucho más allá que ser un negocio: es transmitir pasión. Cada espátula, cada molde relleno, cada templado y empaquetado son movilizados por manos que rebosan de pasión. La familia es el sujeto de prueba de cada invención, pero el público es el que da el visto bueno final. Son chocolates artesanales hechos con el corazón. “Yo estoy feliz, y eso después se lo puedo transmitir al público”, comenta.

Una invitación para comer rico y consciente
Además de artesanal, el producto de Cioccolato del Valle es chocolate con todas las letras porque es natural, sin aceites vegetales hidrogenados. Según explicaron desde el CONICET hace ya algunos años, los hidrogenados dan como resultado producciones baratas y de larga vida útil -por ejemplo, el baño de repostería-, pero su proceso químico resulta perjudicial para la salud. A largo plazo, aumenta la generación de grasas trans y, por consiguiente, el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, diabetes y obesidad porque incrementa el colesterol LDL (colesterol “malo”) y disminuye el colesterol HDL (colesterol “bueno”).
Instagram: @cioccolato.delvalle
Redacción: Agustina López
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